Los nuevos contratos colectivos aprobados esta semana por la Federación de Fútbol de Estados Unidos y sus selecciones nacionales masculina y femenina pondrán fin a una costosísima lucha por la paridad salarial que ha durado décadas y ha resultado emocionalmente agotadora.
Por primera vez, la selección femenina, que ganó las últimas dos Copas del Mundo femeninas y cuatro en total, recibirá el mismo monto por participación en juegos y victorias en torneos que la selección masculina, que tradicional y persistentemente jamás ha logrado ni siquiera acariciar ese tipo de éxito.
Además de estas nuevas (y mayores) remuneraciones por partido, los nuevos contratos también estipulan una redistribución sin precedentes de los millones de dólares en premios de la Copa del Mundo que las selecciones masculinas y femeninas pueden ganar al jugar en el torneo cada cuatro años. También contienen nuevos acuerdos de reparto de ingresos que podrían hacer que los jugadores reciban millones adicionales de su parte de los ingresos comerciales anuales de la Federación de Fútbol de Estados Unidos.
¿Cuáles son los cambios, tanto en la práctica como en dólares? Sigue leyendo para conocerlos.
¿A qué se refieren con paridad salarial?
Con los nuevos contratos, por primera vez hombres y mujeres recibirán la misma tarifa por representar a Estados Unidos en partidos y torneos internacionales de fútbol.
Esta es una novedad para la Federación de Fútbol de Estados Unidos, pero no para el fútbol femenino; las selecciones de Noruega y Australia han firmado y proclamado acuerdos de paridad salarial en los pagos de los partidos, aunque ninguno ha abordado la brecha de compensación total de sus equipos. Lo que hace que este acuerdo de la Federación de Fútbol de Estados Unidos sea tan trascendental es la cantidad de dinero involucrado y las fuentes del mismo.
¿Cómo se les paga a las selecciones nacionales?
Los pagos a los jugadores —estrellas como Christian Pulisic y Weston McKennie del lado masculino y Rose Lavelle y Christen Press en la selección femenina— vienen en varias formas.
La mayor parte del dinero en la mayoría de los años procede de las llamadas tarifas por partido: cada jugador convocado para jugar en una selección nacional recibe una tarifa por aparición (por la mera convocatoria) y una bonificación de rendimiento (pago adicional otorgado por una victoria o empate; los equipos no obtienen nada extra si pierden). En los años en los que hay torneos importantes, esos pagos se complementan con premios en metálico por participar en campeonatos como la Copa del Mundo.
En el pasado, esos pagos por partido diferían para hombres y mujeres. Era el resultado de una estructura en la que las mujeres —que ganan mucho menos por jugar con sus clubes— aceptaban tarifas y bonificaciones por concentración más pequeñas a cambio de salarios anuales garantizados por la Federación de Fútbol de Estados Unidos. Mientras tanto, los hombres seguían un estricto modelo de pago por juego: si te convocaban a la selección nacional, recibías una bonificación (más alta). Si no, no recibías nada.
¿Dinero de la Copa del Mundo? Los hombres recibían varias veces más, incluso cuando, como bien señalaban las mujeres con regularidad, a la selección masculina le costaba pasar apenas de la primera ronda mientras que la femenina ganaba campeonatos.
Por supuesto, el problema con las diferentes estructuras salariales era que conducían a pagos diferentes. Y los hombres casi siempre terminaban ganando más.
Entonces, ¿qué cambió?
Los nuevos contratos anunciados esta semana pondrán fin al sistema de salario garantizado para las mujeres y pondrán a ambas selecciones principales en el modelo de pago por juego.
La decisión de buscar salarios garantizados siempre había sido un cálculo estratégico por parte de las mujeres: mientras que los hombres tradicionalmente ganaban la mayor parte de sus ingresos de los salarios de sus clubes, el incipiente fútbol profesional femenino —muy atrasado en su desarrollo— ofrecía pagos mucho más bajos, incluso para sus estrellas. Por ende, tener ingresos garantizados de la Federación de Fútbol de Estados Unidos ofrecía la seguridad de un salario constante y garantizaba que una jugadora que se lesionara o se embarazaba no tuviera que perder su casa o automóvil.
El cambio al modelo de pago por juego conlleva cierto riesgo para algunas mujeres: una jugadora que disminuya su rendimiento y no sea convocada a la nómina de la Federación de Fútbol de Estados Unidos podría verse obligada a abandonar el deporte sin un ingreso constante más allá del salario de su club. Pero para las mejores jugadoras —quienes ahora ganan mejores salarios de sus clubes— la perspectiva de ingresos más altos por partido, pagos por participación en la Copa Mundial compartidos con los hombres y divisiones de ingresos compartidos con la Federación de Fútbol de Estados Unidos claramente valió la pena.
¿De cuánto dinero estamos hablando?
Bajo los términos de los nuevos acuerdos, que se extienden hasta 2028, tanto hombres como mujeres recibirán 8000 dólares solo por ser convocados a una concentración en la mayoría de los juegos y una bonificación de 10.000 dólares por cada partido que ganen. En el caso de las mujeres, eso significa que duplicarán las tarifas de los juegos durante más de una docena de juegos al año.
¿Cuál es el balance final? Las proyecciones mostradas a la selección femenina y compartidas con The New York Times estiman pagos anuales por parte de la Federación de Fútbol de Estados Unidos de hasta 450.000 dólares al año, con la posibilidad de duplicar eso —o hasta más— tras una buena participación en una Copa del Mundo. Esas cifras deberían ser similares para los mejores jugadores masculinos.
Sin embargo, esa no es la conclusión más importante de los nuevos paquetes de pago.
¿Bonificaciones compartidas por participación en una Copa del Mundo? ¿En serio?
Descifrar la manera de compartir el dinero de la bonificación por participación en una Copa del Mundo siempre fue el tema más espinoso en el debate sobre la paridad salarial y podría resultar ser el más polémico en este acuerdo. Pero, ¿de cuánto dinero estamos hablando?
Cuando la selección masculina de Francia ganó la Copa del Mundo de 2018, su federación recibió 38 millones de dólares de la FIFA y cada jugador recibió bonificaciones y pagos por partidos por un total de 500.000 dólares. Cuando la selección femenina de Estados Unidos ganó una segunda Copa del Mundo consecutiva un año después, la Federación de Fútbol de Estados Unidos solo recibió 4 millones de dólares y cada jugadora recaudó alrededor de 250.000 dólares.
Debido a que la bolsa de premios era tan reducida, las bonificaciones de las jugadoras de Estados Unidos fueron subvencionadas por la Federación de Fútbol de Estados Unidos. El monto ganador de 38 millones de dólares de Francia —extraído de un bote total de 400 millones de dólares para 32 selecciones masculinas— fue mayor que el premio en metálico total, 30 millones de dólares, que la FIFA le ofreció a las 24 selecciones femeninas.
Sin embargo, las bonificaciones por Copa del Mundo no solamente van a la selección ganadora. La selección masculina, que apenas superó la fase de grupos en 2018, obtuvo 12 millones de dólares para su federación.
A partir de las Copas de 2022 y 2023, el premio en metálico obtenido por las dos selecciones de Estados Unidos se juntará y —luego de que la Federación reclame su 10 por ciento— se dividirá entre ambas partes equitativamente.
¿Se aplica el reparto de bonificaciones a otras competencias?
La estructura de bonificaciones compartidas, por ahora, se aplica únicamente a las competencias comparables en las que participan tanto la selección masculina como la femenina.
Así, aunque las mujeres pueden seguir ganando una medalla de oro olímpica —los Juegos son una competencia de alto nivel para las mujeres, pero un evento sub-23 para los hombres— y los hombres seguirán disputando campeonatos regionales como la Liga de las Naciones y la Copa de Oro, los equipos no compartirán el dinero de los premios y las bonificaciones de esos torneos.
¿Los pagos son realmente iguales para todos?
“Paridad salarial” siempre ha sido un término algo impreciso, ya que la paridad es subjetiva. La selección femenina, frecuentemente, ha jugado más partidos y pasado más tiempo en concentraciones cada año que la selección masculina, lo que significa que las mujeres a menudo tenían que esforzarse más y durante más tiempo para apenas mantener el ritmo. Además, no todos los jugadores son convocados para todas las concentraciones o elegidos para jugar en todos los partidos.
Las lesiones, las decisiones de los entrenadores, la capacidad física de los jugadores y la cantidad de partidos de cada selección son factores que influyen en quién juega y con qué frecuencia.
Pero por primera vez, la Federación de Fútbol de Estados Unidos y todos sus jugadores de las selecciones nacionales principales están de acuerdo en que la tasa de pago será la misma hasta 2028.
¿Y qué pasa con cosas como el dinero para las comidas, los vuelos chárter y los hoteles?
Esas desigualdades relacionadas con las condiciones de trabajo, algunas de las cuales existían desde hacía décadas, y que eran manifiestamente indefendibles cuando el equipo femenino las exponía a la luz del día, se resolvieron de forma amistosa en 2020. (Algunas cosas se habían solucionado antes, ya sea por parte de la Federación de Fútbol de Estados Unidos directamente o en el último contrato colectivo que el equipo femenino negoció en 2017).
¿Hay algún dinero extra?
Sí. Los jugadores y jugadoras de la selección nacional recibirán un pago adicional por apariciones promocionales y los equipos también obtendrán una parte de cada boleto vendido (que pronto serán más de 5 dólares por boleto por juego), así como beneficios como cuidado infantil (ahora tanto para hombres como para mujeres) y pagos equivalentes al plan de pensión 401(k).
Además, los nuevos acuerdos de reparto de ingresos podrían generar varios millones de dólares adicionales para cada selección cada año. La Federación de Fútbol de Estados Unidos quizás esté más entusiasmada con eso, ya que incentivará a los jugadores a aportar nuevas ofertas y nuevo contenido porque compartirán la ventaja financiera de hacerlo.
¿Existe algún aspecto negativo?
Se podría argumentar que pagarle a un jugador 18.000 dólares por ganar un partido de fútbol de exhibición es demasiado —un punto que se le ha planteado con anterioridad a las autoridades de la Federación de Fútbol de Estados Unidos—, cuando la misión de la federación es apoyar todos los niveles y todas las facetas del juego. O que jugar para Estados Unidos debería ser un honor, no una fuente importante de ingresos para las pocas decenas de jugadores en las selecciones principales nacionales.
Pero al final, el incremento de dinero destinado a las selecciones nacionales en sus nuevos acuerdos se reduce a menos de 10 millones, aunque eso signifique que el equipo masculino y femenino de Estados Unidos probablemente sigan siendo las dos selecciones nacionales mejor pagadas del mundo.
La buena noticia para el balance final de la Federación de Fútbol de Estados Unidos es que el dinero extra que obtengan los jugadores pronto podría ser remplazado varias veces: si las selecciones ganan partidos y atraen patrocinadores, sus ingresos y pagos —y el flujo de efectivo de la federación— seguirán superando la vida de los acuerdos.
“No se puede negar que el dinero que tenemos que pagarles a nuestras selecciones nacionales es dinero que no se reinvierte en el juego”, afirmó Cindy Cone, presidenta de la Federación de Fútbol de Estados Unidos, cuando se le preguntó sobre el impacto de los nuevos contratos en los objetivos generales de la federación. “Y la gente puede adoptar esa perspectiva. Pero la forma en que lo veo es que nuestro trabajo es tratar de descifrar cómo los tres grupos pueden trabajar juntos para hacer crecer el pastel para que todos se beneficien”.
Entonces, ¿quién ganó?
Parece que todos.
La remuneración de las jugadoras aumentará de manera significativa, gracias a las mayores tasas de remuneración y a las bonificaciones de rendimiento mancomunadas. Los hombres también recibirán más dinero, y evitarán el estigma de ser etiquetados como obstáculos a la paridad salarial. Y la Federación de Fútbol de Estados Unidos puede dejar de pagar a los abogados litigantes y soportar los dolores de cabeza en materia de relaciones públicas, y promocionarse ante los nuevos socios como un líder con visión de futuro en materia de paridad salarial.
Pero lo más importante es que todas las partes pueden acordar, por primera vez, que los equipos masculinos y femeninos recibirán la misma remuneración por su trabajo. Después de décadas de quejas y seis años de disputas legales, eso no tiene precio.
Andrew Das se unió al Times en 2006. Como editor asistente en la sección de Deportes, ayuda a dirigir la cobertura del fútbol, los Juegos Olímpicos y los deportes internacionales. @AndrewDasNYT